jueves, 10 de mayo de 2018

Pequeña introducción a la simbología de los números



"Existe un Campo Unificado de Energía, que nos mantiene en SINCRONÍA, ábrete al principio de las formas, los símbolos y los números, a su conexión mística con el flujo de la vida"



A propósito del pasado Segundo Nivel de Reiki, la vibración y frecuencia de los números se ha manifestado, en un guiño a través del lenguaje universal y misterioso de los números. Conforme avanzamos en el proceso de conexión con la Energía Universal, a través del puente que es el Reiki, se fortalece la intuición y la empatía natural con un código sutil y presente en todo.

La bionumerología, la numerología, la geometría sagrada, el estudio del tarot, el eneagrama, la astrología, son muchas las corrientes y vías de aproximación a dicho lenguaje, con sus afinidades y diferencias, ninguno superior al otro, sólo en distinta resonancia con las múltiples capas de las REALIDADES POSIBLES. 

Los números pueden ser señuelos para pescar información y energía de la gran MATRIZ  del universo, eso sí, sin caer en la pretensión interpretativa y determinista de un observador, que olvide que es eso: UN OBSERVADOR del misterio. 

He decidido entonces, compartirles este texto:

Adaptación por Ana Lucia Acosta B, basado en el apartado dedicado a Pitágoras (pag. 231) de La presencia de los Maestros, de Jeanne Ruland. Ed. EDAF. 2006




Pequeña introducción a la simbología de los números

Cero: 
Es la fuerza de aquel que todo lo puede, del genio que puede jugar mientras se deleita creando, es la fuerza omnipotente y latente en todo, es el CAMPO ordenador de la vida, es el todo y es la nada, es Dios. Él dirige su poder creador totalmente al Aquí y al Ahora y puede bailar con las fuerzas universales, lo que normalmente suele atribuírsele al loco, sin embargo, en su expresión más refinada es justamente esta fuerza la que todo lo cura, pues permite un salto de confianza al “vacío” de la realidad. En su expresión distorsionada es el niño que no se responsabiliza de sus actos, es el desequilibrio que surge de la confusión en el deseo que no ha madurado ni se ha integrado conscientemente a la acción creadora.

Uno: 
Es el número del Mago, la fuerza masculina encausando su poder en conexión con el corazón. Su forma baja por así decirlo, se expresa en el poder de enfocar la atención y la intención de formas inconscientes y dañinas (magia negra). Todas las personas disponemos del poder para crear a través de la fuerza de los pensamientos, la fuerza de los sentimientos, la fuerza de la tierra y del cielo. ¿De qué manera aplicas tus fuerzas? La forma superior se expresa en lo que conocemos como el sabio o la sabia que conoce el poder de la magia blanca. La aplicación de las fuerzas en consciencia y para el bien de todos y de todo.

Dos: 
Es el número de la alta Sacerdotisa, de la sabiduría y de la fuerza interior. El tema referido aquí son las fuerzas internas de la subconsciencia que conciben toda forma de creación. La paciencia, la intuición y la suprema receptividad. Se trata de diferenciar claramente entre las fuerzas que actúan a través de nosotros y aquellas a las que abrimos la puerta. La expresión distorsionada de esta fuerza es la de dejarse llevar por lo que ocurre, en un rapto de la voluntad, en extrema permisividad, sin consciencia de ello. La forma superior es la expresión del femenino sagrado que se sabe un canal de las fuerzas divinas del cielo y las sigue incondicionalmente.

Tres: 
Es el número de la emperatriz, de la gran madre, de la unión entre el espíritu y la materia, del amor y la belleza, de la armonía y la transformación. La unión del 1 y el 2 dando frutos y cosecha. La forma baja de su expresión se expresa en un femenino no empoderado, que manifiesta envidia, celos y disonancia. La forma superior son la plenitud, la belleza en todas sus expresiones, el amor en fluidez hacia todo lo que existe, la posibilidad de conectar y vincular para crear y dinamizar la vida en armonía y creatividad.

Cuatro: 
Es la frecuencia del gran emperador, el gran arquitecto del universo, el número del equilibrio en el ejercicio del poder, la fuerza del gobernante interno. El aspecto negativo, cuando su fuerza se expresa en distorsión, es el ejercer la forma rígida e inflexible del poder y por tanto el juego y abuso con el mismo, la fluctuación emocional que nos hace presas de un actuar desde el miedo, un ver peligro dónde no lo hay. La forma superior sería la confianza en la fuerza de ese gran padre universal adentro de sí mismos, prodigándolo todo en nosotros y a través nuestro. ¡Ser sencillamente! Adherirse una y otra vez a la corriente divina, sin necesidad de usurpar a nadie su fuerza.

Cinco: 
Es el número del alto Sacerdote, de la ciencia superior, el guardián del conocimiento espiritual que favorece la protección y la adaptación en todo momento de la vida. Es también, la facultad de aprender y adquirir conocimientos sobre el misterio universal. La forma baja consiste en desaprovechas estos conocimientos, dándoles un uso distorsionado para adueñarse del poder y manipular a otros. La forma superior, por el contrario, sería utilizar de forma responsable estos conocimientos y dejar que se conviertan en una bendición para nuestra vida y para la de los demás. Aquí reside la fuerza para curar, exorcizar, transmutar y liberar.

Seis: 
Es la fuerza del amor y la belleza, de los enamorados o los Amantes, símbolo de las polaridades masculina y femenina creando en ritmos acompasados.  Es la fuerza del corazón y por tanto del poder sanador en equilibrio y la salud. En una forma baja o en desarmonía, se expresa como un ritmo exigente y desequilibrado en las relaciones con otros y consigo mismo, es el amor egoísta y demandante, aquel que no fluye desde el corazón. La forma superior es el amor incondicional, el amor compasivo, fluido, liberado de autoexigencias o exigencias externas, que trae al ser humano consuelo y esperanza y que lo conduce hacia ámbitos superiores de la existencia. Es el amor que supera las contradicciones.

Siete: 
Es la fuerza del cambio, de la transformación, de los nuevos comienzos y de la consagración. Representa el vehículo primordial del alma y el cuerpo, guiados por la fuerza divina y por tanto victorioso y en equilibrio cuando permite ser conducido por esas fuerzas universales. Aquí se trata de abrirse a las fuerzas cósmicas y de aceptar los cambios. Si te enfrentas controlando, poniendo resistencia y oposición a estas fuerzas, ello será doloroso para ti. Si aceptas esta fuerza, serás consagrado en el equilibrio y la fluidez y los misterios te será revelados.


Ocho: 
Es el número de lo infinito, el número de la fuerza, de la alquimia que se da a partir de la confianza. Es el encuentro con el poder femenino que habita en lo inconsciente, en el cuerpo, en la sabiduría de lo instintivo y su manifestación sutil y refinada que es lo intuitivo. La forma baja es una actuación inconsciente, plena de miedo, ansiedad o visceralidad que puede traer consecuencias como desequilibrio y desconexión. La forma superior es la conexión cielo – tierra, cuerpo – mente, razón – intuición, personalidad – espíritu, en ese infinito, en ese 8 integrador.

Nueve: 
Es el número del sabio de los días, del Ermitaño, la fuerza de la SOL-EDAD, del recogimiento interno que facilita que seamos nuestro propio centro en equilibrio para poder ofrendar soporte y apoyo a otros, siéndolo primero para nosotros mismos. Es la fuerza del sabio que se concentra en un día a la vez, siendo luz para sí y para otros desde su silencio y su acto sencillo, humilde, desprovisto de exhibición y expectativas. La forma baja está relacionada con un ego encumbrado, que aísla y se aísla mientras ejerce su poder, que corta los canales de comunicación que favorecen la interrelación sana, sea que lo haga por miedo al mundo exterior o por prepotencia. La forma superior sería abrir el manantial de luz interno al manantial de luz universal y vivir en ella, guiado por la expresión de ese maestro interno, de ese YO SOY, del ser superior o sí mismo, como lo deseemos llamar.

Un EJERCICIO:
Encuentra una de las frecuencias regentes de energía, sumando los dígitos de la fecha de tu nacimiento.

Pitágoras

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