martes, 19 de julio de 2016

¿Te llamas a ti misma Bipolar? Sobre LA DOBLE NATURALEZA DEL ALMA.


Foto: Ana Lucia - Artesanía, representación mítica de la Diosa, de Cuenca - Ecuador. 

Cómo nos nombra la cultura ...

Hemos construido culturalmente una imagen de lo femenino y las expresiones de nuestra alma bajo la óptica de una contradicción insana, quizá detrás del “¿quién entiende a las mujeres?” hay más una incapacidad cultural y cotidiana para entender las formas de la psique. Abusar de la expresión bipolaridad cuando hablamos de la salud mental femenina, incluso de la salud anímica de los hombres, es reducir la vastedad del mundo emocional a una palabra cuyo significado obedece a unas condiciones y características clínicas muy específicas. ¿Cómo nos nombramos ante la crisis y en medio de ella? ¿Cómo apreciamos o despreciamos nuestras formas, contornos y fondos anímicos?

Mi propósito no es entrar en disquisiciones del orden de la psiquiatría, simplemente quiero compartir  una reflexión a la luz de lo que veo en mi consulta Reiki y en mi propia vida a partir del bello cuento MANAWEE, que la Dra. en Estudios Culturales y Psicología Clínica Clarissa Pinkola relata en su libro Mujeres que Corren con los lobos, para hablar de la Doble naturaleza de las mujeres  y yo diría más ampliamente: la doble naturaleza del ALMA.

En dicho cuento de origen afroamericano,  “un hombre llamado Manawee, fue a cortejar a dos hermanas gemelas, pero el padre dijo: No podrás casarte con ellas hasta que no adivines sus nombres”[i]

Habrá quien desee dos mujeres a la vez, no se le juzga, desde lo étnico existen culturas poligámicas abiertamente reconocidas o muy mal disimuladas como la nuestra, pero el cuento no va sobre estos "permisos", los alcances del relato son más profundos.

La imagen de las gemelas alude aquí a una premisa colectiva, inconsciente, presente de algún modo en nuestra historia humana y es: “el misterio de las dos poderosas fuerzas femeninas que anidan en el interior de cada mujer”.  La proeza de adivinar el nombre de las jóvenes doncellas sólo es posible para Manawee a través de su perro, quien sigiloso, instintivo-intuitivo, logra escuchar en distintas ocasiones el nombre de las hermanas, y es quién logra comunicarlo a su amo, no sin antes pasar por una serie de obstáculos y distracciones “apetitosas” que le hacen olvidar por momentos su propósito. Finalmente, el fiero, persistente y audaz sabueso, decide concentrarse en su objetivo y logra llegar con los nombres cantantes y sonantes hasta donde Manawee, quién finalmente logra la autorización para desposar a las gemelas.

                 “Cualquiera que se acerque a una mujer se encuentra de hecho en presencia de dos mujeres, un ser exterior y una criatura interior, una que vive en el mundo de arriba y otra que vive en otro mundo no tan fácilmente visible. El ser exterior vive a la luz del día y es fácilmente observable. Suele ser pragmático, aculturado y muy humano. En cambio, la criatura interior suele emerger a la superficie desde muy lejos, a menudo aparece y desaparece rápidamente, pero siempre deja a su espalda una sensación de algo sorprendente, original y sabio”[ii] o incluso irracional o atemorizante.

“Cuando una mujer esconde o favorece demasiado una de sus facetas, vive una existencia desequilibrada que le impide el acceso a todo su poder… Hay que desarrollar ambas facetas”[iii] Y esto aplicaría no sólo para nosotras, también para los hombres y sus formas al amar, al vivir, al integrar sus  aspectos más racionales con aquellos más intuitivos, por ejemplo.

La reconexión con el instinto y el poder de DOS.

   Ilustración - Ignacio Serrano

El hombre que logra casarse con estas dos gemelas en este relato es un hombre que reconoce a su vez su naturaleza dual, no es aquel que vía la razón, el artilugio y el control logra “desvelar” el misterio de las gemelas para poseerlas, es quién a través de su animal de compañía,  el leal sabueso del instinto y la intuición, permite la consolidación de una tarea que busca integrar algo en él, y algo en el encuentro con ellas, un matrimonio mucho más duradero y profundo que un casamiento cualquiera.

Reconocer la doble naturaleza del alma, en hombres y mujeres nos ayuda a salir de las búsquedas falaces AFUERA de algo que merece ser integrado y conciliado ADENTRO.  Lo gemelar, la imagen de las gemelas, tiene ecos profundos en nuestro inconsciente colectivo, se extiende en distorsión a veces al ideal de la “media naranja”, “el alma gemela” y/o “la otra mitad”. Sin embargo, esto no es vano romanticismo.

“El poder de DOS es muy fuerte, por lo que no debe descuidarse ninguna de las dos facetas de la dualidad. Se las tiene que alimentar por igual, pues ambas aportan un misterioso poder al individuo”[iv], algo que palpita en esos aspectos contrastados de nuestros estados anímicos y la necesidad de interactuar fluidamente con ellos.

          “La paradoja de la doble naturaleza de las mujeres consiste en que, cuando una de ellas se muestra sentimentalmente más fría, la otra es más ardiente. Cuando una mantiene unas relaciones más intensas y enriquecedoras, la otra puede mostrarse ligeramente glacial. A menudo una de ellas es más feliz y elástica mientras la otra anhela “no sé qué”. Una puede estar contenta y la otra puede experimentar una agridulce nostalgia. Estas “dos mujeres en una” son unos elementos separados pero unidos que se combinan en la psique de mil maneras distintas”[v]

Y pueden ser altamente creativas, mientras no se proyecte afuera, en otro u otra el carácter de complementariedad que sólo es posible obtener a través del encuentro íntimo con la capacidad de NOMBRAR y ABRAZAR esa doble naturaleza de la vida misma. Pues al compás de la vida la muerte hace su danza y viceversa y lo que la doble naturaleza del alma femenina expresa no es más que el equilibrio que surge de los contrastes vitales que dan lugar a una tercera dimensión o fruto, un entendimiento que sirve de puente entre esos aspectos disímiles que son en realidad dinámicos y esenciales para la transformación, para la creación del algo nuevo, para la VIDA.

Un día, conoceremos nuestros nombres

Tomada del blog:  An image can tell a whole story -by Lis Gl. 

  “Un día existirá la muchacha y la mujer cuyo nombre no signifique meramente una oposición a lo masculino, sino algo por sí, algo que no se piense como un completamiento y un límite, sino sólo vida y existencia: la persona femenina.
               Este progreso transformará la experiencia del amor, que ahora está llena de error … la cambiará desde la base, convirtiéndola en una relación que se entienda de persona a persona, no ya de hombre a mujer. Y este amor más humano (que se cumplirá con infinita discreción y silencio, y con bondad y claridad, en el atar y desatar) se parecerá a aquel que preparamos combativa y laboriosamente, el amor que consiste en que dos soledades se defiendan mutuamente, se delimiten y se rindan homenaje” [vi]

Una chica de 23 años me preguntó bastante preocupada en cierta ocasión, si ella no sería bipolar pues muchas veces se veía a sí misma conciliadora y amorosa en medio de los conflictos en la comunicación con su pareja y a su vez  notaba como al instante, se ponía  furiosa y con deseos de irse muy muy lejos dónde “nadie supiera de ella”. ¿De dónde viene esa idea de qué algo anda mal con nosotras cuando nos reconocemos cambiantes o en dualidad? La necesidad de pedir permiso para silenciarnos, retraernos, para "ir abajo" y salir del "top 5" del control, anula la riqueza que existe en la naturaleza cambiante y contrastada del alma femenina, del alma humana.

Ana Lucia Acosta B.
Maestra - Terapeuta REIKI





[i] PINKOLA, Clarissa, Mujeres que corren con los lobos. Barcelona. Ed B Zeta Bolsillo. 1995 p.162
[ii] Ibid., p.166
[iii] Ibid., p.166
[iv] Ibid., p.167
[v] Ibid., p.166
[vi] RILKE, Rainer María. Cartas a un joven poeta.Madrid. Ed. Alianza Editorial. 1994. pag 75 – 76.