Foto: Ana Lucia - Artesanía, representación mítica de la Diosa, de Cuenca - Ecuador.
Cómo nos nombra la cultura ...
Hemos construido
culturalmente una imagen de lo femenino y las expresiones de nuestra alma bajo
la óptica de una contradicción insana, quizá detrás del “¿quién entiende a las
mujeres?” hay más una incapacidad cultural y cotidiana para entender las formas
de la psique. Abusar de la expresión bipolaridad cuando hablamos de la salud
mental femenina, incluso de la salud anímica de los hombres, es reducir la
vastedad del mundo emocional a una palabra cuyo significado obedece a unas
condiciones y características clínicas muy específicas. ¿Cómo nos nombramos
ante la crisis y en medio de ella? ¿Cómo apreciamos o despreciamos nuestras
formas, contornos y fondos anímicos?
Mi propósito no es
entrar en disquisiciones del orden de la psiquiatría, simplemente quiero compartir una reflexión a la luz de lo que veo en mi
consulta Reiki y en mi propia vida a partir del bello cuento MANAWEE, que la
Dra. en Estudios Culturales y Psicología Clínica Clarissa Pinkola relata en su
libro Mujeres que Corren con los lobos,
para hablar de la Doble naturaleza de las mujeres y yo diría más ampliamente: la doble
naturaleza del ALMA.
En dicho cuento de
origen afroamericano, “un hombre llamado Manawee, fue a cortejar a
dos hermanas gemelas, pero el padre dijo: No podrás casarte con ellas hasta que
no adivines sus nombres”[i].
Habrá quien desee dos mujeres a la vez, no se le juzga, desde lo étnico existen
culturas poligámicas abiertamente reconocidas o muy mal disimuladas como la
nuestra, pero el cuento no va sobre estos "permisos", los alcances del relato son
más profundos.
La imagen de las
gemelas alude aquí a una premisa colectiva, inconsciente, presente de algún
modo en nuestra historia humana y es: “el misterio de las dos poderosas fuerzas
femeninas que anidan en el interior de cada mujer”. La proeza de adivinar el nombre de las
jóvenes doncellas sólo es posible para Manawee a través de su perro, quien
sigiloso, instintivo-intuitivo, logra escuchar en distintas ocasiones el nombre
de las hermanas, y es quién logra comunicarlo a su amo, no sin antes pasar por
una serie de obstáculos y distracciones “apetitosas” que le hacen olvidar por
momentos su propósito. Finalmente, el fiero, persistente y audaz sabueso,
decide concentrarse en su objetivo y logra llegar con los nombres cantantes y
sonantes hasta donde Manawee, quién finalmente logra la autorización para
desposar a las gemelas.
“Cualquiera que se acerque a una mujer se encuentra de hecho en
presencia de dos mujeres, un ser exterior y una criatura interior, una que vive
en el mundo de arriba y otra que vive en otro mundo no tan fácilmente visible.
El ser exterior vive a la luz del día y es fácilmente observable. Suele ser
pragmático, aculturado y muy humano. En cambio, la criatura interior suele
emerger a la superficie desde muy lejos, a menudo aparece y desaparece
rápidamente, pero siempre deja a su espalda una sensación de algo sorprendente,
original y sabio”[ii]
o incluso irracional o atemorizante.
“Cuando una mujer
esconde o favorece demasiado una de sus facetas, vive una existencia desequilibrada
que le impide el acceso a todo su poder… Hay que desarrollar ambas facetas”[iii] Y esto
aplicaría no sólo para nosotras, también para los hombres y sus formas al amar,
al vivir, al integrar sus aspectos más
racionales con aquellos más intuitivos, por ejemplo.
La reconexión con el instinto y el poder de DOS.
Ilustración - Ignacio Serrano
El hombre que logra casarse
con estas dos gemelas en este relato es un hombre que reconoce a su vez su naturaleza
dual, no es aquel que vía la razón, el artilugio y el control logra “desvelar”
el misterio de las gemelas para poseerlas, es quién a través de su animal de
compañía, el leal sabueso del instinto y
la intuición, permite la consolidación de una tarea que busca integrar algo en
él, y algo en el encuentro con ellas, un matrimonio mucho más duradero y
profundo que un casamiento cualquiera.
Reconocer la doble
naturaleza del alma, en hombres y mujeres nos ayuda a salir de las búsquedas
falaces AFUERA de algo que merece ser integrado y conciliado ADENTRO. Lo gemelar, la imagen de las gemelas, tiene
ecos profundos en nuestro inconsciente colectivo, se extiende en distorsión a
veces al ideal de la “media naranja”, “el alma gemela” y/o “la otra mitad”. Sin
embargo, esto no es vano romanticismo.
“El poder de DOS es muy fuerte, por lo que no debe descuidarse ninguna
de las dos facetas de la dualidad. Se las tiene que alimentar por igual, pues
ambas aportan un misterioso poder al individuo”[iv],
algo que palpita en esos aspectos contrastados de nuestros estados anímicos y
la necesidad de interactuar fluidamente con ellos.
“La
paradoja de la doble naturaleza de las mujeres consiste en que, cuando una de
ellas se muestra sentimentalmente más fría, la otra es más ardiente. Cuando una
mantiene unas relaciones más intensas y enriquecedoras, la otra puede mostrarse
ligeramente glacial. A menudo una de ellas es más feliz y elástica mientras la
otra anhela “no sé qué”. Una puede estar contenta y la otra puede experimentar
una agridulce nostalgia. Estas “dos mujeres en una” son unos elementos
separados pero unidos que se combinan en la psique de mil maneras distintas”[v]
Y pueden ser
altamente creativas, mientras no se proyecte afuera, en otro u otra el carácter
de complementariedad que sólo es posible obtener a través del encuentro íntimo
con la capacidad de NOMBRAR y ABRAZAR esa doble naturaleza de la vida misma.
Pues al compás de la vida la muerte hace su danza y viceversa y lo que la doble
naturaleza del alma femenina expresa no es más que el equilibrio que surge de
los contrastes vitales que dan lugar a una tercera dimensión o fruto, un
entendimiento que sirve de puente entre esos aspectos disímiles que son en
realidad dinámicos y esenciales para la transformación, para la creación del
algo nuevo, para la VIDA.
Un día, conoceremos nuestros nombres
Tomada del blog: An image can tell a whole story -by Lis Gl.
“Un día existirá la muchacha y la mujer cuyo
nombre no signifique meramente una oposición a lo masculino, sino algo por sí,
algo que no se piense como un completamiento y un límite, sino sólo vida y
existencia: la persona femenina.
Este progreso transformará la
experiencia del amor, que ahora está llena de error … la cambiará desde la
base, convirtiéndola en una relación que se entienda de persona a persona, no
ya de hombre a mujer. Y este amor más humano (que se cumplirá con infinita
discreción y silencio, y con bondad y claridad, en el atar y desatar) se
parecerá a aquel que preparamos combativa y laboriosamente, el amor que
consiste en que dos soledades se defiendan mutuamente, se delimiten y se rindan
homenaje” [vi]
Una chica de 23 años
me preguntó bastante preocupada en cierta ocasión, si ella no sería bipolar
pues muchas veces se veía a sí misma conciliadora y amorosa en medio de los conflictos
en la comunicación con su pareja y a su vez
notaba como al instante, se ponía furiosa y con deseos de irse muy muy lejos dónde “nadie supiera de ella”.
¿De dónde viene esa idea de qué algo anda mal con nosotras cuando nos
reconocemos cambiantes o en dualidad? La necesidad de pedir permiso para
silenciarnos, retraernos, para "ir abajo" y salir del "top 5" del control, anula la riqueza que
existe en la naturaleza cambiante y contrastada del alma femenina, del alma humana.
Ana Lucia Acosta B.
Maestra - Terapeuta REIKI
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