Que
la boca exhale las tonadas del corazón,
Y
la mirada el brillo o la bruma del último sueño,
Que
la piel exprese la frugalidad o el peso de cada víscera,
Que
las manos se ocupen de los pies, y los pies también de nuestras manos
Que reconozcamos esa urdimbre de sentires e hilos de
vida que somos,
Que un día, al compás de los cinco elementos, reunamos los múltiples lazos que tejen cielo y
tierra en nuestro cuerpo.
Ana Lucia Acosta Bedoya
¿Historias
para contar en los dedos de las manos?
Tenemos diez, sí, diez dedos en las manos y
diez en los pies, pero bien convendría multiplicarlos para poder contar y narrarnos lo
mucho que ha trasegado la humanidad en su exploración de la relación entre
ciertas partes del cuerpo y la totalidad de un organismo, pues como dice el
antiguo principio oriental: El TODO está contenido en cada PARTE.
En Asia, desde hace más de 5000 años, puntualmente
en China e India, hombres y mujeres estudiosos de la vida dentro y fuera del
cuerpo, ofrendaron al mundo el concepto fisiológico y energético de los meridianos
de energía y de los chacras, esos circuitos y vórtices de la energía vital
cuyo óptimo funcionamiento garantizan la salud mental y física de un
individuo.
Unos siglos después, en Egipto, la tumba
del médico Ankhmahor, datada del
2500 al 2330, años, nos ofrece evidencia del ejercicio terapéutico de masajear pies y
manos con propósitos curativos.
Esta misteriosa correlación entre manos,
pies y la salud general del cuerpo y el alma, fue durante mucho tiempo para muchos occidentales una arbitrariedad,
pues desde una mirada lineal y literal del cuerpo la naturaleza esencial de un
trastorno físico se originaba, única y exclusivamente, en la zona dónde el síntoma aparecía.
Por fortuna imaginar e investigar es un
asunto que también pasa por el tacto y gracias a estas milenarias
exploraciones con sus enraizadas evidencias, hoy día, Occidente reconoce en gran
parte en ellas las raíces de un sistema de salud eficiente, que nos conviene
recordar.
La terapia zonal y los orígenes de la Reflexología
William Fitzgerald (1872-1942)
Tales aproximaciones orientales a la
salud, fueron muy probablemente el telón de fondo de las investigaciones del
Dr. William Fitzgerald, médico nacido en
Connecticut – Estados Unidos, que después de graduarse en 1895 en la Escuela de
Medicina de la Universidad de Vermont, ejerció en Viena y Londres, donde su
estudio de la terapia de acupresión, le
llevó a desarrollar su teoría de la terapia de zonas.
Dicha terapia de
zonas o terapia zonal, años después se configuraría como lo que hoy conocemos con
el nombre de REFLEXOLOGÍA, gracias
también a los aportes del trabajo intuitivo e investigativo de la enfermera Eunice
Ingham, quién fascinada con la labor del Dr. Fitzgerald llevó la terapia zonal
a los hospitales, obteniendo notorios resultados de mejoría en pacientes con tratamiento para el
dolor y personas con necesidad de recuperar la movilidad. El mapa podal de conexión reflexológica entre órganos, glándulas y sistemas y nuestros pies, tal y cómo lo conocemos hoy, lo debemos a la exploración de esta
mujer.
Eunice profundizó en su estudio y en 1938
plasmó sus conocimientos en el libro "Historias que los pies pueden contar" y luego, una segunda publicación con el título "Historias
que los pies han contado".
Eunice Ingham (1889-1974)
La enfermera y sanadora Eunice Ingham también aportó la siguiente correlación:
¡De diez en diez, de la cabeza a los pies, todo un Mudra a la vez!
Este breve recorrido por la
historia de la Reflexología resulta fascinante en términos de la sencillez y de
la profundidad de esta técnica y la evidencia de su alcance sanador.
La práctica del REIKI y de
los gestos llamados Mudras, emplean los mismos instrumentos de síntesis, manos,
pies, mente y cuerpo, plasmados sobre una misma MATRIZ de energía, un diseño de lo que a mi modo de ver es un mapa que sintetiza el poder de VIDA.
Parte de los conceptos del
Dr. Fiztgerald, al que podríamos llamar "el padre moderno de un conocimiento
ancestral", fue la identificación de 10 bandas o zonas del cuerpo que pasan de
forma precisa por nuestras manos y pies.
Para la Cabala hebrea, “10 y
no 9, 10 y no 11, son los frutos del árbol de la vida” la manifestación de la
voluntad primaria representada en esa imagen arquetípica del árbol y sus 10
sephirots, esferas de conocimiento. La siguiente es una de esas correlaciones
que surgen espontáneamente a través de la inmersión en una meditación, y que en mi caso tuvo como resultado la siguiente asociación, en dónde
cada atributo del Árbol de la Vida, corresponde a un dedo de nuestra mano.
Nuestras manos y el reflejo de los 5 elementos
Las tradiciones de la India por su parte, han reconocido dos distintas miradas de cómo los elementos de la naturaleza,
resuenan en nuestras manos, en donde TIERRA, AGUA, FUEGO, AIRE Y ETER están relacionados con
cualidades y funciones del organismo, así como con humores y temperamentos. Es decir, dichos elementos implican, inciden, se relacionan tanto con movimientos corporales como psíquicos, incluso con cómo se imbrinca nuestra salud tanto con los movimientos terrestres como cósmicos. La
astrología védica, por ejemplo, como ya lo había mencionado en el artículo ¿Cómo producen su efecto los mudras? establecía una relación entre ciertos planetas y los dedos y
funciones de los dedos de nuestras manos, ciertas tendencias de la vida y los niveles de
salud del cuerpo.
Existen sin embargo, diseños
aparentemente opuestos o contradictorios
a la hora de hablar de la relación de los dedos de las manos y los elementos de la naturaleza, asi como entre la relación de los dedos con los órganos del cuerpo y su impacto emocional y espiritual.
En una de las visiones desde
el Yoga la distribución de los elementos sería esta:
En otra visión nutrida
también por el Veda, conocimiento de la India del que parte el Yoga, y propiciada por el AYURVEDA o Ciencia de la
Vida (ciencia médica de la India) la distribución sería esta:
¿Cuál es la diferencia
sustancial?
Al parecer el primer esquema, al centrar en el dedo pulgar el
ELEMENTO FUEGO, propicia que sea este elemento a un nivel METABÓLICO Y BIOLÓGICO el
que depure, transforme e integre las funciones de los otros elementos. Pues al ser el pulgar el dedo oponible, cumple un valor esencial de fuerza y centro en las posiciones o gestos de armonización y sanación. Es decir esta visión pone su acento e intención en conectar desde lo HUMANO (lo biológico, lo terrestre) la DIMENSIÓN ESPIRITUAL (Desde el Fuego humano hacia
el Fuego del Espíritu o Éter)
En el segundo esquema, el
dedo pulgar concentra la energía del ETER o Espíritu como esa Quinta esencia (Akasha) que viene a integrar desde la DIMENSIÓN ESPIRITUAL la dimensión corporal-emocional humana, ese elemento es lo que podríamos llamar
también el fuego de la CONSCIENCIA como
esa luz de claridad en un sentido más amplio que ilumina, depura, transmuta e integra los otros cuatro elementos y sus propiedades.
Por último, entre ambos esquemas también varía la
relación del dedo meñique y anular y su correspondencia con los elementos tierra y agua, sin embargo lo esencial aquí es que agua y tierra están en constante relación para equilibrar
lo que en el cuerpo el AYURVEDA denomina como la dosha (constitución) KAPHA relativa a la armonización de procesos digestivos, metabólicos y de conexión
con la tierra y la fluidez. (VATTA - aire, PITTA- fuego, KAPHA tierra - agua)
¡Despidámonos de la CONFUSIÓN
y demos paso a la INTEGRACIÓN!
No existe en realidad un
modelo mejor que otro, se trata de la existencia de modelos de relación con
nuestras manos y con la búsqueda de emplearlas para consolidar una mayor SALUD. Dichos modelos por tanto son complementarios, pues a estos esquemas podríamos sumarles el de la Medicina Tradicional China y otras prácticas ancestrales.
Cada mudra o gesto sanador convoca no sólo forma, también intención, es a través de la INTENCIÓN como lo HUMANO se evidencia en el acto físico del movimiento corporal, al poner en cada toque sentimiento-pensamiento-deseo, es así como la dimensión espiritual y energética toma forma. Palabras más, palabras menos, CONFIAR EN LA INTENCIÓN del gesto, mental, emocional y corporal que empleas en el acto terapéutico de TOCAR O TOCARTE es lo más importante. Pues el conocimiento da estructura, pero sin el sentir, sin la vivencia también puede ser desestructurante.
Vivir de forma consciente el
encuentro, el contacto con nuestro cuerpo, reconociendo las virtudes
reflexológicas del mismo es una senda más para CREAR SALUD. El rostro, las
orejas, el cráneo son también zonas de conexión reflexológica sobre los que
también podemos explorar el beneficio del masaje, la acupresión o digitupuntura y el bienestar de la imposición de manos a través del Reiki o el toque sanador
que decidas usar.
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