1. LA MUERTE Y LA VIDA COMO
MOVIMIENTO DE LA ENERGÍA UNIVERSAL
De oriente a occidente:
Desde el antiguo Egipto hasta nuestras tradiciones ancestrales
precolombinas, en distintos focos de luz de las antiguas civilizaciones de la
tierra, se entiende a la vida como un movimiento de la consciencia y, por lo tanto, a la muerte como una extensión de ese
movimiento.
Lo que los seres humanos llaman CONSCIENCIA, distinto de lo CONCIENTE,
es una forma de denominar una inteligencia de naturaleza expansiva, llamada por
los cabalistas hebreos la fuerza UNA, el logos mayor. Consciencia como
un nombre de Dios, de la energía del amor universal o del
misterio cósmico que todo lo rige.
Se
dice que ese movimiento de la consciencia se da en las 6 direcciones del
espacio y permite la creación de todo lo conocido y por conocer.
Para
mayores señas, la arqueología y la antropología se han maravillado con los
vestigios de 3 templos en Egipto, cuyo material de construcción es
particularmente masivo y pesado
distinto del de todos los demás, estos
son: El templo de la esfinge
en el Cairo, La pirámide del Faraón Kefrén en la misma ciudad y el
templo de Osirión en Abydos.
Este
último, fue el primer lugar en ofrendar lo que muy probablemente sería una
explicación gráfica y vibracional de la evolución de la vida, con una paradoja,
en un lugar que estaba
dedicado al dios de los muertos. En las paredes
del Osirión, aparece de forma repetida la imagen mandálica de la FLOR DE LA VIDA. Una impronta que ha movido múltiples preguntas y
estudios en distintas disciplinas que van desde la geometría hasta la filosofía. Dicha imagen también
ha sido hallada
en el arte fenicio, asirio,
indio, asiático y el arte medieval y, por lo tanto, tiene un valor arquetipal,
es decir, obedece a un modelo común para el inconsciente colectivo humano,
independiente de la raza, la etnia o el momento histórico.
Leonardo
da Vinci, por ejemplo, exploró en esta imagen, sus propiedades matemáticas y la
integración en ella de los llamados sólidos platónicos o perfectos, figuras
poliédricas asociadas a los 5 elementos de la naturaleza y a la conformación de
toda vida existente.
La Vescica Piscis o verbo divino que surge en el primer entrelazamiento de dos círculos, es el comienzo de la configuración geométrica de la Flor de la Vida. También se conoce como Hieros Gamos, es decir, la Unión Sagrada, pues de esa unión se generan todas las formas geométricas arquetípicas existentes. Y da lugar en su intersección al rectángulo dentro del cual caben dos triángulos equiláteros opuestos por la base, que es conocida, como la proporción aúrea o la divina proporción.
(La
Semilla de la vida es una imagen correspondiente a la multiplicación celular
humana en los 6 primeros días tras la concepción)
Se podría decir que, desde la primera esfera, la Energía de Vida, genera un espacio referenciado en torno a sí mismo y va pasando del tetraedro al cubo hasta llegar a la esfera, de nuevo, como sinónimo de integridad y totalidad. Todo este movimiento se da a partir de una matriz de 7 círculos entrelazados, que es lo que se conoce como la semilla de la vida. Recordemos que siete son los sonidos fundamentales, 7 los centros principales de energía o chacras, 7 días de la semana, 7 sistemas de glándulas endocrinas y 7 capas de músculos tiene el corazón. En su tercer giro dicha semilla conforma 19 esferas que dan lugar a lo que se conoce como la Flor de la Vida.
En
dicho movimiento en espiral, la vida se integra al cuerpo, así como del cuerpo
es liberada en espirales cuando se presenta la muerte. El presente encuentro
con esta información te invita a mirar en lo profundo de tus células, del
habitáculo sagrado de tu corporeidad, el misterio de la renovación permanente
que se da en el cuerpo y a su vez lo que trasciende en él cada día. Pues la energía no contempla detención ni
muerte, sólo fluye, ES y se extiende a través del cambio permanente.
En el artículo
de mi autoría “¿Sabemos tan poco del sexo como de la muerte?” publicado en este espacio, me permití hacer la siguiente reflexión:
“Uno de los efectos esenciales de la muerte celular, o apoptosis, es la
eliminación de las células mutadas antes de que puedan replicarse y comenzar a
formar tumores. La muerte celular la
desencadenan las mitocondrias. Si el ADN de una célula está dañado por una
mutación (en la mayoría de los casos, por más de una), puede que las
mitocondrias de esa célula no cumplan su función como es debido. La célula
dañada sigue viviendo y reproduciéndose, alimentada por promotores biológicos
tales como el exceso de estrógenos (en las mujeres) o la glucosa y las grasas
trans”ii dando
lugar a lo que llamamos cáncer.
Aquello a lo que más tememos, ese soltar, ese renunciar, ese morir cada
día, así como ese morir de forma definitiva a un hábito, a una relación, a
una forma de ver y ser, es lo que en el
universo celular entrega vida, energía y renovación a nuestro cuerpo.
La muerte, si, la muerte tan
necesaria como tan temida ella, es la semilla de la vida. Un organismo, una estructura mental, una personalidad, una “persona”,
una máscara que no está dispuesta a cambiar, a morir, a reinventarse, puede
reproducir de manera indiscriminada esquemas repetitivos de comportamiento,
relaciones, empleos, negocios, relaciones parentales con hijos e hijas, bajo un
patrón de caos, dolor, enfermedad, en definitiva, bajo un mismo patrón
inconsciente que muchas veces podríamos llamar tóxico.
Incluso, ella, la Muerte, entrega el impulso vital requerido para que
podamos partir de este cuerpo físico, para MORIR y trascender en libertad a otra
instancia de vida, que por invisible que parezca a nuestros ojos no quiere
decir que sea inexistente e inaccesible. El momento de lucidez y alivio
común a muchos seres antes de morir, la expresión popular de “se alivió para morirse”, habla de cómo vida y
muerte conversan permanentemente. Una requiere de
la otra, se alimentan, se abrazan y se aman mutuamente.
Perseguir
de forma obsesiva LA VIDA FELIZ tanto en el “discurso terapéutico”, en la
"oferta espiritual”, en la práctica religiosa como en la cotidianidad del
hogar, puede llegar a ser tan inútil como perseguir la MUERTE FELIZ. La una como
la otra duelen y también son susceptibles de gozo, de disfrute y liberación,
porque ambas transforman.
Esta es una invitación a abrazar tanto a la vida como a la muerte en
medio del desconcierto que ambas nos generan, entendiendo que quizá, asistimos a distintas formas de vivir como
de morir, no mejores ni peores, sólo más, o menos conscientes, vidas y muertes
más, o menos fluidas, con mayor o menor resistencia, con más o menos
sufrimiento, con mayor o menor acompañamiento, con más, o menos dignidad. Ninguna
ideal, ninguna perfecta, todas únicas”.
Volviendo a la sabiduría egipcia…
Dicho
templo de Abydos, llamado también Templo de Osirión, fue construido en honor a
Osiris, el gran dios de los ritos funerarios, entendido especialmente como el
dios de la resurrección, por ser aquel que tras morir y ser despedazado
por su propio hermano Seth, fue regresado a la vida por la obra y asistencia de
su esposa Isis, quien le entregó el aliento vital insuflado por sus alas y con
las palabras poderosas de Thot, el dios de la alquimia, pudo Osiris renacer a
la inmortalidad.
Todos
los ritos Osiríacos fueron ritos del consagración y conexión con ese gran viaje
al más allá, a esa otra instancia de vida, hasta al punto de llamar a todo muerto
con el nombre de Osiris. Una vez reconstruido el cuerpo del dios Osiris
por las manos sacerdotales de Isis, aquella que es capaz de ir al inframundo e
insuflar vida y renovación, la "Gran maga", "Gran diosa madre", "la Fuerza nutricia
de la naturaleza", Osiris e Isis conciben a Horus, o el hijo divino, el
hijo que trae la esperanza eterna, representando al Faraón vivo,
pues Osiris debía permanecer en el
mundo inferior.
En
esa imagen trinitaria vida, muerte y el
fruto de su encuentro; el mundo de arriba, el mundo de abajo y el punto
medio humano; el padre, la madre y el hijo; se integran en esta cosmovisión,
quizá para iluminarnos sobre la naturaleza de la vida y sus movimientos.
Estas
imágenes míticas hablan de la integración que tiene lugar en toda MUERTE o
CAMBIO, tras el conflicto de fuerzas en
aparente oposición, aparece una reintegración
de la energía a un nuevo nivel. De ahí que en Abydos los sacerdotes del Ojo de Horus, tuvieran al parecer información particular
sobre el misterio de la VIDA, pues a su vez, era el lugar de culto y reverencia al dios de los muertos,
el dios inmortal Osiris.
Y en ese hilar
vida y muerte, resulta pleno
de sentido que Osiris también
fuese visto como un dios
agrario, pues era aquel que hacía crecer el trigo y la cebada, aquel que renacía
como espiga, lo que señalaba cómo en el panteón egipcio, vida y muerte no era
más que hermanas gemelas en permanente conversación.
He
aquí una imagen del Tarot de BOTA (Builders of temple of Adytum), línea de
estudio del Tarot en conexión con la sabiduría de la Cábala hebrea, asociada a
este movimiento de transformación en la consciencia, la energía y la materia.
Una imagen muy poderosa sobre
la que podemos meditar, pues sólo observar este tipo de imágenes por algunos minutos,
activa un nivel de información que comienza a aflorar
a la consciencia, también se puede usar el decreto asociado:

Clave 20 - El Juicio - (En el Tarot egipcio, esta clave es llamada La resurrección).
Decreto:
“Veo
con gratitud la claridad del amanecer y su Luz me ha liberado de la oscuridad
que me atrapaba, en el mundo de la ilusión y la limitación”
Osiris
es una forma de llamar a RA, o Dios del SOL, en este caso un Sol de la noche.
Se decía que muchos de los dioses egipcios no eran más que variaciones de una
misma energía, se trata de distintos nombres para una misma fuerza creadora en
diversas manifestaciones.
Por tanto, Neter o Dios,
quiere decir atributo divino.
Dentro de dichos atributos se encuentran:
ATUM – Característica de Dios inmanifestado – potencia creadora, primer
círculo de la flor de la vida (Clave 0 – Tarot – El loco – el pleno potencial
inmanifiesto)
PTÁ – Característica creadora
de Dios, que a través
del uso de la voluntad
creadora da lugar al universo. (Clave 1 – Tarot – El mago – Voluntad autoconsciente)
AMÓN – Característica de Dios que hace al hombre libre de crear a su propia imagen y semejanza (Clave 2 – Tarot – La
memoria perfecta o Sacerdotisa)
El verbo = es la
acción que favorece el movimiento.
Quizá
por eso el ángel del juicio toca una trompeta. De ahí el valor del sonido, la
palabra y el lenguaje en todo proceso de cambio y transformación. Desde la
concepción y el nacimiento, hasta la transición hacia la muerte y el
renacimiento a otro nivel. Recordemos que
el oído es el primer órgano de los sentidos en activarse en el ser en gestación
en su etapa embrionaria, así como el último sentido en desactivar su función en
el momento de morir.
La
Flor de la Vida expresa física y geométricamente el movimiento de la
CONSCIENCIA divina en el espacio,
a través de las seis direcciones, vía la voluntad
divina o el verbo divino
se activa la acción del movimiento. A su vez, el lenguaje
humano
es una forma de delimitación de los terrenos de la energía y de la consciencia,
por lo tanto, configuran un vehículo a través de la materia. Es decir: la Palabra
es poder en creación. La palabra pensada,
sentida y hablada
haciéndose cuerpo.
El
sonido primordial del OM convoca en la tradición india, la vibración del campo
unificado en sus 7 tonos
y cuerpos, la consolidación de los estadios
fundamentales de toda vida y
consciencia, como una victoria del espíritu en la materia. Por lo tanto, el
trabajo del cuerpo es tan importante como el trabajo en la personalidad, pues
limpiando tanto el recipiente físico como el mental, es como el alma expresa el
NEUMA, el aliento de vida, el espíritu en todo su potencial.
Observemos la clave 7 del Tarot, la CARROZA, y miremos como resuena
este conocimiento antiguo en el poder de estas imágenes y sus

decretos:
“Viviendo de
esa voluntad, sostenido por su infalible sabiduría y entendimiento, mía es la VIDA
VICTORIOSA”
Podría
decirse que la VICTORIA de la consciencia
(concepto más amplio que lo consciente) es lo
que permanece tras toda muerte y también la fuerza que nos invita a dejar ir
aquello que no nos corresponde, pues no hace parte del proceso único e indivisible
– individual – de aprendizaje del ser en cuestión.
Cuando
el Espíritu es quién conduce el carruaje de la personalidad, a través del viaje de la vida el sujeto puede
reconocer lo que vive en todo ser y
situación, más allá del pasado o el futuro, el presente que integra en libertad todo tiempo, para conducir
en sabiduría al INDIVIDUO por el viaje
constante de la vida-muerte-vida.
Aquí es importante recordar que la palabra individuo tiene relación con la palabra indivisible (esencial, único) y dual
que implica una integración constante de fuerzas aparentemente opuestas que en
realidad generan un balance.
2.
CONVERSACIONES ENTRE LA VIDA Y LA
MUERTE, una charla permanente.
Occidente, el lugar dónde muere y
sol y su aporte al tema:
Si
comprendemos que la Muerte no es más que la expiración del inhalar de la vida,
quizá comencemos a fluir un poco más con los cambios y la noción de la
vitalidad naciente y silenciosa que hay en cada cierre o despedida.
No
sólo nuestro corazón se mueve y bombea nuestra sangre a través de un movimiento de sístole (contracción) y diástole (relajación), podría decirse que nuestra
vida en este plano es también una gran transición entre un movimiento de contracción a través del cual llegamos
a la vida y un momento de entrega, silencio, exhalación o pausa, cuando
partimos de ella.
Son
cada vez más los seres que escriben sobre experiencias de vida después de la
muerte, o ECM experiencias cercanas a la
muerte. Desde los años 70 cuando la doctora suizo-estadounidense Elizabeth
Kübler Ross comenzó a investigar sobre el tema. Hoy, resulta una realidad
psíquica posible e indiscutible la idea de que nuestra vida no termina cuando
nuestro cuerpo cesa de respirar.
Por
tanto, la Muerte no sería más que el movimiento de diástole para una nueva
sístole, un sueño del que no regresamos físicamente, pero al que, sin duda, le sucede
un nuevo amanecer. Para hablar
de la mirada de Occidente
sobre la Muerte,
debemos reconocer que el pasado siglo XX y las grandes guerras mundiales,
movilizaron la consciencia colectiva como también su inconsciente, hacia un
propósito de buscar en toda ciencia,
especialmente en las disciplinas asociadas a la salud y las humanidades,
respuestas sobre ella.
El ser humano moderno se debate muchas veces ante las preguntas: ¿Cómo extender la
perspectiva de vida? ¿Cómo vivir más jóvenes y bellos?
La
demanda desde temprana edad de las cirugías estéticas, la proliferación de
vacunas, los a veces fallidos esfuerzos en los controles de epidemias, la
sobreoferta de antibióticos con su subsecuente aparición de las llamadas
super-bacterias, son sólo algunas de las consecuencias del intento occidental
por controlar la vida, muchas veces
con la mejor intención de protegerla y apartarla
de la “despiadada muerte”. Es decir, casi siempre lo que hacemos en el
llamado mundo civilizado es evitar todo tipo de conversación consciente con la
Muerte y su presencia ineludible.
He
aquí unos aportes básicos, unos sustratos de alimento para cualquier ser que en
su proceder tanto personal como terapéutico desee abordar la experiencia de aprender
y des-aprender sobre el vivir, el morir y el dolernos en los cambios.
La visionaria Elizabeth
Kübler Ross:
Esta
médica psiquiatra suizo-estadounidense, nacida el 8 de julio de 1926, vivió los
albores de su juventud en medio del declive emocional y energético que se
respiraba en el mundo durante el genocidio
de millones de personas en la Segunda Guerra
Mundial. Es por esto quizá,
que entre sus 17
y 19 años se dedicó a una labor de voluntaria trabajando con los refugiados y víctimas de la guerra y realizó una visita al campo de
concentración de Maidanek en Polonia. Una visita especialmente conmovedora para
ella que, impulsaría 25 años después, su búsqueda como médica y tanatóloga.
Allí observó cómo en
las paredes de esos barracones en los que yacían los judíos retenidos, había
dibujos de
nombres, letras
iniciales, pero muy especialmente se encontró, una y otra vez, mariposas
dibujadas por aquellos que horas o momentos después serían ejecutados.
La Dra. Elizabeth Kübler
Ross, hermana trilliza
de una familia suiza de clase media alta, rompió todo tipo de
estereotipos, se resistió a estudiar lo que su padre le pedía para trabajar con
él en su empresa. Fuera de su casa, renunciando al confort de su hogar, trabajó
en el campo, ordeñando y recogiendo heno,
para sustentarse mientras ofrecía sus manos como ayudante
de medicina en los campos de refugiados. Hasta que logró, con ayuda de su
hermana mayor, ingresar a la Facultad de Medicina en Zurich.
Casada con un
norteamericano, viajó a EE. UU y se radicó en Nueva York y allí trabajó
en el Hospital de Manhattan
y sin ser psiquiatra logró en poco tiempo
que la unidad de pacientes con diagnósticos de esquizofrenia y otros estados
esquizoides obtuviera la salida del 94% de sus
internos.
En los hospitales para los que laboró, la Doctora
Kübler-Ross, observó que los pacientes, instantes antes de
morir se relajaban, incluso aquellos que se habían rebelado contra su propia
muerte.
Otros al acercarse su final, parecían tener experiencias
muy claras con seres queridos ya fallecidos y hablaban con personas que ella no
podía ver.
Prácticamente
en todos los casos la muerte iba precedida de una particular serenidad. A partir de estas experiencias la Dra. Kübler
se preguntó: ¿Y después? Si ya no estaban, cómo podía saber lo que
ocurría ¿A dónde va la vida, si es que va a alguna parte? ¿Qué experimenta la
persona en el momento de morir? Y fue en esos años de ejercicio como médica, que comprendió el porqué del dibujo de las mariposas: “Abandonamos el cuerpo que contiene nuestra
alma, al igual que el capullo
de seda encierra la futura mariposa. Libres como una bellísima mariposa
regresamos a nuestro hogar”.
ECM - Experiencias
Cercanas a la Muerte y la luz que arrojan sobre el VIVIR:
Caso señora Schwartz – Primer caso de supervivencia a una muerte
clínica.
Poco
después de comprender esto le presentaron en el hospital a la señora Schwartz.
Mujer increíblemente resistente y resuelta que había estado muchas veces en la
UCI y declarada clínicamente muerta muchas veces. El personal del hospital la
miraba con una especie de miedo y respeto. Esta señora fue la primera muerte
clínica temporal de la que tenían noticia.

La señora Schwartz compartió su historia con la Doctora
Kübler-Ross y con varios de sus estudiantes. En una ocasión, después de una
hemorragia, la ingresaron. En ese preciso momento contó que salió de su cuerpo
físico y flotó hacia el techo. Entonces entró un equipo de reanimación y empezó
a trabajar frenéticamente para salvarla. Mientras, ella oía todo lo que estaban
diciendo y percibía todo lo que estaban pensando. Sentía una enorme curiosidad
y no podía tocarlos y no la escuchaban. En ese momento, tan frustrada como los
médicos, renunció a decirles algo. Entonces perdió el conocimiento. Observó que
45 minutos después la declaraban muerta y la cubrían con una sábana. Tres horas
después entró la enfermera para sacar el cadáver y no hace falta que digamos el
susto que se pegó cuando descubrió que la Sra. Schwartz todavía seguía viva.
La Sra. Schwartz
no tenía nada de loca, al parecer
sencillamente se hallaba
en unas circunstancias que le
impedían que su alma se fuera en paz. El marido de la señora era
esquizofrénico, y cada vez que le daba un ataque quería matar a su hijo de 17
años. Ella no podía irse hasta que su hijo no estuviera en un lugar más seguro.
Ninguna de las personas que estaba en la sala pensaba que la historia hubiese
sido real, pero... ¿cómo era posible que la Sra. Schwartz recreara el chiste
que el doctor hizo una vez fue declarada muerta.
En
Occidente, cuando morimos, concebimos que vamos a un lugar concreto en el
espacio, al cielo, al paraíso, en cambio para los orientales morir es cambiar
de un estado vibratorio a otro.
Durante
los primeros años de la década de los 70, entre un Dr. de nombre Mwalimu y la
Dra. Elizabeth, entrevistaron a más de 20.000 personas con edades comprendidas
entre los 2 y los 99 años, de culturas tan diversas como la esquimal, los
indios norte americanos, aborígenes australianos, la religión protestante,
musulmana, cristiana e incluso entre aquellos que se creían
ateos o agnósticos. Hasta ese entonces
ni ella misma había creído en una vida después
de la Muerte, pero todos estos casos la convencieron de que
no eran alucinaciones ni coincidencias.
La Dra. Elizabeth Kübler
Ross, a partir
de dicho estudio
logró enunciar una serie de etapas por las que pasa el SER en el
momento de la MUERTE.
ETAPAS DEL CUERPO ENERGÉTICO EN EL PROCESO DE MUERTE, según Elizabeth Kübler Ross,
de acuerdo al registro de ECM (Experiencias
Cercanas a la Muerte):
En una primera fase, afirma que las personas salían flotando de su cuerpo ya sea que hubieran muerto en quirófano, suicidio, accidente... Es como la mariposa que se desprende de su capullo. Se sabe lo que ocurre alrededor, se escuchan conversaciones, se perciben incluso los pensamientos. Es decir, del mismo modo que cuando estamos en periodo embrionario, como lo mencionamos al inicio de estas memorias, el oído es el primer sentido que se desarrolla, aquí el oído es el último sentido en desaparecer. En dicho estado aflora una noción de salud y completud compensatoria, en donde, por ejemplo, una persona ciega puede volver a ver, o una persona inválida puede volver a bailar. | | |
|
En la tercera fase se entraba por lo general, según lo descrito por algunas de las
personas que tuvieron ECM, a un túnel o una puerta de paso. Al parecer, con la
energía psíquica se recrea el lugar más hermoso o simbólico que convoca unidad
y serenidad. En esta fase los envuelve una gran luz que ninguno puede explicar,
algunos dicen que es Buda, otros Jesús, Mahoma, pero todos coinciden que en
sentirse acogidos por una Amor-Incondicional.
Según
los relatos, en ese momento suele emerger lo que sería una cuarta fase en donde
el ser se
halla en presencia de
la fuente suprema. En este estado la persona hace una revisión
de su vida, un proceso
en el que ve todos los actos, palabras y pensamientos de su existencia. Se le hace comprender el motivo
de todos sus pensamientos, decisiones, actos y de qué manera éstos han afectado
a otros, incluso a desconocidos. Dicha persona veía cómo pudo haber sido su vida, toda
la capacidad en potencia que posee, se le muestra
que las vidas de todas las personas están interrelacionadas y entrelazadas a la suya. A partir
de este momento el retorno a la vida se da con una consciencia
ampliada del propósito o sentido profundo de estar aquí.
El mayor “ruido” a la hora de morir:
La
Dra. Kübler Ross, nos explica que el peor acompañante en el lecho de los
moribundos es la Culpa. Culpa que
opera tanto en quienes están a punto de morir como en quienes acompañan. La
culpa de no haber hecho lo que se debería, de no haber perdonado, de no haber
sido perdonados; cuántos le habían confesado haber tenido aparentemente éxito
como abogados o grandes médicos, pero en realidad lo que querían ser es
jardineros o carpinteros.
En definitiva, muchos de los seres que volvían de experiencias cercanas
a la muerte, querían irse estando en paz consigo mismo y acabar con
asuntos pendientes.
Elizabeth, trabajó
en hospitales con niños enfermos
y para ella los niños eran incluso mejores maestros que los mayores. Los niños no habían acumulado capas y capas
de asuntos inconclusos, no tenían una vida de relaciones deterioradas, ni un curriculum vitae de experiencias asumidas
por el Ego como errores. Tampoco se sentían obligados a fingir que estaban
bien. Dicen exactamente lo que necesitan para estar en paz.
He aquí, una anécdota poderosa a
propósito de la VIDA y el soltar consciente, “el morir a la ilusión de poder
controlar todo lo que ocurre”:
Elizabeth
Kübler Ross, cuenta que se dirigía a pasar un fin de semana con unos amigos en el desierto.
Sabía que había
tráfico, pero deseaba
salir de Los Ángeles. Los coches iban a gran velocidad por la autopista
cuando de repente
se dio cuenta de que frente suyo había un paro en cadena.
Frenó a tiempo, pero se fijó por el retrovisor que el conductor del coche de
atrás estaba despistado y pronto iban a colisionar contra ella. Todo pasó en
fracciones de segundo. En ese preciso instante se vio a sí misma aferrada al
volante y con gran rigidez.
Se
dio cuenta de que así es como había estado viviendo, rígida, aferrada a la vida
olvidándose de tantas cosas importantes. En ese instante, se relajó y se
entregó a la vida y a la muerte. El resultado fue un milagro, como explicaría el
doctor. Quedó ilesa tras salir disparada por el cristal frontal, mientras su
coche terminó plegado como un acordeón. Esta experiencia le obligó a revisar su
forma de vivir.
En
su trabajo con pacientes de VIH- SIDA, y enfermos en situación al final de la
vida, apoyó tanto a quienes estaban en proceso de morir, como a sus familias e
identificó unas fases del proceso de DUELO, no sólo de los pacientes al final
de la vida sino también en todo ser humano ante las pérdidas de otra índole.
Esas fases son: Negación, Ira – enfado, Negociación, Depresión, Aceptación.
Aspectos de lo que sería El modelo Kübler – Ross que sentó las bases del modelo
para el cuidado paliativo. Años más tarde la Dra. Kübler, se convertiría
en la mayor autoridad, por mucho tiempo, en el acompañamiento en la Muerte y el duelo.
A
continuación, las fases del duelo – en el Modelo Kübler – Ross en el acompañamiento
al paciente al final de la Vida:
1. Negación
y aislamiento. Durante la
primera etapa del duelo, “Negación y aislamiento”, uno se opone a la idea de que tiene una enfermedad o puede ser también que el paciente
se aísle del resto de la gente,
reacciones consideradas como
normales y como una forma de protección provisional a sí mismo, las cuales
serán más tarde sustituidas por una aceptación parcial. La negación puede
funcionar como un amortiguador después de una noticia tan impresionante o inesperada como ésta. Del mismo modo, una persona
que ha sido enterada
del diagnóstico o de la muerte repentina
de un ser amado, tiene una reacción inicial de negación.
Es necesario pasar por esta fase para suavizar el dolor.
2. Ira. La
“Ira” —segunda fase— sustituye
la negación que tiene el paciente, por los sentimientos de rabia, coraje,
envidia y resentimiento; aquí surgen todos los por qué; los pacientes al final
de la vida, suelen quejarse por todo, todo les parece mal y es criticable,
pudiendo responder después con culpa, vergüenza, dolor y lágrimas. Es una fase
difícil pues la ira se desplaza en todas direcciones, incluso
injustamente, y en muchas ocasiones los que están cerca del paciente o de la persona
en duelo, no se preguntan el porqué de su ira y la toman personalmente, cuando
esto es en verdad parte del proceso. Recomienda a quienes rodean al sujeto no
reaccionar con más ira pues esto puede provocar una conducta hostil
en él y aconseja, en lugar de esto, aceptar la ira irracional del afectado,
entendiendo que al expresarla le ayudará a aceptar mejor su pérdida.
3. Pacto o
negociación: Elisabeth Kübler
Ross llama a la tercera etapa, “Pacto” se da, en el momento en que la persona
que no ha sido capaz de afrontar la verdad
durante la primera
fase, y se ha enojado
con los demás en
la segunda fase, desea querer llegar a un acuerdo para procurar superar esa
desagradable vivencia por la que está pasando. Menciona Kübler Ross que,
durante sus investigaciones, la mayoría de los pacientes, el pacto lo hacían
con Dios.
4. Depresión.
Después de haber pasado por las
fases anteriores, el paciente pasa por una etapa de depresión, de tristeza
profunda y todos los sentimientos anteriores pasan a ser sustituidos por una
sensación de pérdida, por esto, la cuarta etapa del duelo es llamada
“Depresión”. Kübler Ross recomienda aconseja a las personas cercanas a quien se
encuentra en este estado, no alienten al paciente o al sujeto, a que vea el
lado positivo de la situación, pues eso evitaría que la persona al final de la
vida pensara en su propia muerte, o la persona que definitivamente no puede
rehacer una situación, relación, forma de vida, se piense en un límite que le impulsará
hacia un nuevo nivel de consciencia. Si se vive esta etapa y se enfrenta el
dolor que consigo lleva, a la persona le será más fácil aceptar la realidad.
5. Aceptación.
“La aceptación” (quinta fase),
llega cuando todas las demás se han experimentado; el sujeto no se sentirá
abatido ni enfadado por su “destino”. Sin embargo,
no significa que aceptación sea sinónimo de felicidad,
más bien es como si el dolor no existiera más. En el caso de un ser humano al final de la vida, es normal que se sienta
débil o cansado
y por ello tenga la necesidad de dormir o descansar,
aunque de diferente manera que, en el proceso
de depresión, ahora
es con tranquilidad, muy parecido
al sueño de un
bebé recién nacido. Comienza a sentirse una cierta paz, pudiendo estar bien ya
sea solo o acompañado.
En
los procesos de DUELO por la muerte de un ser amado o por la experiencia de
algún tipo de pérdida, el sujeto suele pasar también por estos 5 estadios, es
decir, el proceso que describió la Dra. Kübler Ross, no sólo aplicaría para una
persona en un estado al final de la vida, sino que también
puede darnos pistas de lo que vive quien
experimenta todo tipo de Duelo.
Negación y Aislamiento, Ira, Pacto – negociación (la
persona busca asistirse de manera integral, atendiendo mente-cuerpo desde distintas
alternativas), Depresión (Aparece no necesariamente
como un evento patológico, sino como la depuración anímica de un estado emocional,
para que emerja una sana consciencia de “fracaso” “de final” “de cambio
ineludible”, y así, llegar a la Aceptación,
que en este caso no llevaría a una serena muerte física, sino una
resolución emocional y espiritual, que le permitiría al individuo, el inicio
consciente de un nuevo momento vital, si se quiere, una nueva vida.
Para
la Dra. Elizabeth Kübler Ross, hablar como médica de la supervivencia del alma,
le valió que parte del gremio médico que la había validado frente al tema del
cuidado paliativo, se alejara y la señalara. En el año 1995 sufrió varios
ataques de apoplejía que le inmovilizaron el lado izquierdo
del cuerpo, en el 2002 expresó en una
entrevista que se sentía preparada para morir. Murió el 24 de agosto de 2004 a
sus 78 años rodeada por muchos
seres que la amaban y la admiraban, muy seguramente
seres de este y de muchos planos.
Elizabeth
Kübler Ross, recibió 23 doctorados honoríficos, la revista TIME la reconoció en
1999 como una de las Mentes más brillantes del siglo y en el año 2007 fue
incluida en el National Women´s Hall of fame.
Frases de esta gran maestra:
* ¿Realmente
es así como quiero vivir mi vida?
Todos nos hemos hecho esta pregunta
en algún momento.
La tragedia no es
que la vida sea corta, sino que a menudo sólo tenemos una tardía percepción de
lo que realmente importa.
*
La vida en el cuerpo físico sólo representa una pequeña parte de la
existencia real.
*
Morir no es algo que haya que temer; puede ser la experiencia más
maravillosa de la vida: todo depende de cómo hayamos vivido.
Carl Gustav Jung
En la sincronía y en los paralelismos a veces
inexplicables de la vida, la jovencita estudiante de medicina, Elizabeth Kübler
Ross, veía pasear de tanto en tanto por las calles de Zurich, al Dr. Carl
Gustav Jung, nunca se atrevió a hablarle, sin embargo, ese hombre adulto y
circunspecto sería en muchos sentidos el teórico y científico sobre el que se
apoyaría para entender muchos procesos del alma humana.
Carl Gustav Jung nació el 26 de julio de 1875 en Küsnacht, cantón de Zúrich y murió el
6 de junio de 1961, fue médico psiquiatra, psicólogo y ensayista y
una figura clave en
la etapa inicial
del psicoanálisis; posteriormente, fue el fundador
de la escuela de la Psicología
Analítica, también llamada psicología de los
complejos y psicología profunda.
Su abordaje teórico y clínico enfatizó la conexión
funcional entre la estructura de la psique y la de sus productos, es decir, sus
manifestaciones culturales. Esto le impulsó
a incorporar en su metodología nociones procedentes de la antropología, la alquimia, la interpretación
de los sueños, el arte, la mitología, la religión
y la filosofía. En
consonancia con lo hallado por la Dra. Elizabeth Kübler,
décadas después, en sus
entrevistas a cientos de pacientes
de distintos países,
religiones y nacionalidades.
C.G Jung expresó sobre la psique
humana:
“Físico no es el único criterio válido de una verdad, pues
existen también verdades anímicas, que no permiten explicarlas físicamente, ni
tampoco demostrarlas o discutirlas… El hecho de que las afirmaciones religiosas
están en el polo opuesto de los fenómenos atestiguados por la física, demuestra
la autonomía del espíritu en relación a la percepción física y una cierta
independencia de la experiencia anímica con respecto a los hechos físicos.
El alma es un factor
autónomo, y las afirmaciones religiosas son reconocimientos anímicos que
se apoyan en última instancia en procesos inconscientes, es decir
trascendentales” iii
Jung le dio un lugar prioritario a la realidad
psíquica como REAL,
efectiva y de gran
poder transformador en la vida de los seres humanos, confirió credibilidad a imágenes
y sueños que para muchos teóricos de la psicología no serían más que la
manifestación de deseos reprimidos, alucinaciones o meras distorsiones de la
personalidad. Así lo menciona la autora Marie
Louise Von Franz en su libro: Sobre los sueños y la muerte: “Hoy ya tenemos
conocimiento de que en lo inconsciente existe un “saber” que Jung ha denominado
“saber absoluto”, es decir que lo inconsciente puede saber cosas que nadie sabe conscientemente”
De hecho, las ECM revelan un encuentro con lo inconsciente,
una verdad que permanece oculta para la consciencia hasta que emerge en
presencia de la muerte misma. Jung se interesó por los eventos
parapsicológicos y se acercó a la experiencia espiritista para analizar y
dijo a propósito de ese saber absoluto del inconsciente: “los indicios de identidad en las señales de “espíritus” en las
sesiones espiritistas pueden ser explicadas tanto como un producto del inconsciente
colectivo de los participantes, como de la comunicación verdadera de un
muerto”.
3.
LOS DUELOS
Y LA TRANSFORMACIÓN DEL ALMA A TRAVÉS
DEL CUERPO
¿QUÉ ES
UN DUELO?
Es la reacción emocional, física, conductual, energética
y espiritual ante una situación de pérdida, sea esta la muerte de un ser amado,
un cambio en la salud física, una separación afectiva, un desarraigo o la pérdida
de un empleo, entre otras. Hay en todo duelo,
una confrontación, tal y cómo lo designa
el otro significado de esta palabra, un “encuentro combativo”
entre dos aspectos o fuerzas de la vida.
Se podría decir que en todo duelo los opuestos
complementarios que se unen para crear un nuevo ser, se confrontan en combate
aparente para dar lugar a un nuevo nivel de consciencia. “Lo que tenía y ya no tengo” “Mi pasado
y mi presente” “Lo que imaginé y lo que en efecto
ES” “Tu y yo” “Consciente e inconsciente” “Vida y Muerte”.
Descreo profundamente de los tiempos asignados a los
duelos para que sean elaborados, y aunque
existe el llamado
duelo patológico en donde, por su duración
en el tiempo, llega a estar en riesgo la vida física de quién lo padece,
nombrar o categorizar un duelo por el tiempo de elaboración, a mi modo de ver,
es superficial y reduccionista. Especialmente por la naturaleza cíclica y repetitiva de lo inconsciente, que expresa de tanto en
tanto, una y otra vez, nuevos registros anímicos y físicos de viejos dolores.
Es por esto que, tras una pérdida,
el sentimiento de tristeza y añoranza, con matices
menos agudos y dolorosos tienden a retornar a la vida del sujeto, a través de
fechas, aniversarios, lugares y memorias que aparecen desde lo inconsciente y
por tanto suelen ser automáticas e impredecibles. Lo que cambia es el nivel de aceptación mental, física, emocional y
espiritual del sujeto de cara al proceso, que favorece que la impronta de dolor
se vaya tornando en una imagen cada vez más sutil
con la cual se puede establecer “un diálogo” en mayor fluidez y paz.
CERRAR
CICLOS EN PAZ
Existe una mirada esencial en el proceso del duelo y es
la que contempla la fuerza crística – cordial
de la GRATITUD y el PERDÓN, para favorecer la liberación de los
cuerpos de dolor que resuenan tanto en quién vive como en quién muere, se va o
se distancia.
Los trabajos de reconciliación desde la PALABRA, vía la escritura, la oración o
la comunicación directa impulsan el proceso de resolución. Sin embargo, frente
a la posibilidad de la comunicación directa en el caso de la separación de
pareja, es necesario no idealizar encuentros, dado que la idea de que uno hace el duelo con quién
se va, es tremendamente ilusoria y tiende a dilatar los estados de dolor y
repetición. Por último, la palabra en el poder de un ritual íntimo, entre cada
ser y sus guías espirituales, y la energía de ese otro ser, espacio o situación
a despedir, es quizá la herramienta más
poderosa e importante, una herramienta individual.
Es todo un bálsamo para el cuerpo como para el alma, la práctica
de sanación a través
de la palabra conocida como HOPONOPONO, en donde las palabras GRACIAS,
LO SIENTO, TE AMO, POR FAVOR,
PERDÓNAME al poseer una frecuencia de alta vibración, favorecen la apertura del
portal hacia la transición o hacia el cambio de cualquier fijación mental,
emocional, físico o espiritual de un ser. Esto puede realizarse en letanías o
repeticiones tanto mentales como verbales, ante un ser al final de la vida,
ante un ser que ya partió, como ante una persona con la que ya no se comparte
un vínculo en el presente frente a la cual persiste algún nivel de dolor o apego.
Hoy día existen prácticas como el M.A.R o Movimiento hacia el
Agradecido Recuerdo, diseñado por el español Carlos Odriozola, como una
forma de atención integral en el Duelo, en sus distintos ámbitos de expresión,
que busca favorecer la limpieza emocional y la liberación física como espiritual a través de arribar a la orilla de la gratitud y el recuerdo en
paz. Recordemos que quién se libera, libera.
El REIKI y las prácticas de sanación que integran
palabra, tacto, sentimiento y vivencia, impulsa estos procesos desde las
células, generando un puente entre los niveles inconscientes y conscientes de
los seres en resonancia con un amor que libera.
Gracias a todos los seres que nos han acompañado con su corazón dispuesto y en honesto sentimiento, para acoger y despedir en amor y libertad. Gracias a quienes estuvieron con nosotros en la tercera versión de este taller, el pasado 21 de septiembre de 2019, conectando la energía del equinoccio para avivar nuestra fluidez ante los cambios individuales y colectivos, en paz y consciencia para la tierra.
Texto tomado de la Introducción Memorias del TALLER: El REIKI, LA VIDA, LA MUERTE Y LOS DUELOS.
Por:
Ana Lucia Acosta Bedoya
Maestra y Terapeuta Reiki
i Información
tomada de la serie de 10 documentales “El OJO DE HORUS” dirigida por el
conferencista internacional Fernando Malkún sobre la antigua escuela de
misterios, una cerrada organización de sacerdotes, guardianes del conocimiento
en la civilización Egipcia.
ii NORTHRUP Cristiane, Las Diosas nunca
envejecen, Pág. 57. Ediciones URANO 2015.
iii VON FRANZ Marie – Louise. Sobre los
sueños y la muerte, Capítulo: El “secreto” de la muerte y la “tumba” de Osiris,
p 26. Ed. Kairós. 1995.
iv VON FRANZ Marie – Louise. Sobre los
sueños y la muerte, Capítulo: El “secreto” de la muerte y la “tumba” de Osiris,
p 25. Ed. Kairós. 1995.
v C.G JUNG En: Recuerdos, sueños y pensamientos.
Pág. 18. Ed. Seix Barral 2013